miércoles, 30 de junio de 2010

LECTURA 1 GRADO 10°

LA ERA DE LA INFORMACIÓN

Manuel Castells

Siglo veintiuno editores, México D.F., 2002.

Manuel Castells (Hellín, España - 1942), sociólogo y profesor universitario español, logra en su libro La era de la información aproximarse a los cambios mundiales propios de la época de posguerra fría, si no desde antes, caracterizados en su análisis por no limitarse únicamente a cambios de tipo político o económico sino, además, de cambios tecnológicos que permean los otros ya mencionados. Es decir, hay una serie de procesos históricos de cambio tecnológico, económico e inclusive cultural en el plano internacional que se hacen presentes en cada sociedad del mundo.

La era de la cual habla Castells es la era de las revoluciones tecnológicas mas importantes de la historia, puesto que dicha tecnología se centra en la comunicación y en la información, lo cual afecta el conjunto de la humanidad. Si bien dicha revolución tecnológica no determina el cambio histórico contemporáneo, si amplifica y hace viables procesos sociales, económicos, culturales y políticos que hoy por hoy no se entenderían sin la tecnología actual.

Claro está que el avance tecnológico sin precedentes del cual somos testigos no desconoce su carácter capitalista, pues responde a la lógica de aumentar los márgenes de dividendos de forma muy acelerada, lo cual lleva a decir la economía mundial hoy en día es mas capitalista que nunca, pues ningún país se haya exento de su dinámica. Ahora, la economía actual se puede caracterizar de tres maneras: es una economía informacional, una economía en redes y sobre todo, una economía globalizada.

Por economía informacional se entiende la capacidad de adquirir conocimiento y de procesar información en miras de un proceso más competitivo y productivo. Como consecuencia, la infraestructura tecnológica se convierte en punto prioritario a la hora de producir riqueza para las empresas. Esto, si se mira desde el campo de la educación, significa un incremento de la misma, pero adaptada al nuevo tipo de producción basado en el conocimiento. Ahora bien, el problema de este carácter informacional de la economía es la desigual distribución del conocimiento y de la infraestructura tecnológica a escala planetaria, lo cual genera grandes inequidades que claramente se pueden ver si se compara el llamado primer mundo con el tercero.

Referente a la economía y su funcionamiento en redes, Castells dice que son cada vez más las empresas y organizaciones que funcionan en su práctica cotidiana en redes de relación interna. Las grandes empresas se descentralizan y brindan una mayor autonomía a sus departamentos o divisiones, y las pequeñas y medianas empresas se asocian en redes que les permiten desarrollar aquello que por si solas no lograrían. Estas a su vez trabajan para las grandes empresas insertándose en sus redes internas. Y finalmente las grandes empresas hacen asociaciones o alianzas estratégicas en determinados momentos, por un tiempo determinado y por ciertos productos, lo cual hace que la competencia ahora no sea por medio de los oligopolios tradicionales, sino a través de estas alianzas momentáneas, sin importar si generan una competencia a muerte con el mismo socio por otro producto. Así, la unidad económica ahora es el proyecto y no la empresa. Esto significa que estamos frente a una economía de gran flexibilidad donde el capital esta centralizado pero su gestión y ejecución esta descentralizada y en red. Así, los oligopolios actuales invierten en empresas en red que funcionan descentralizadamente, de forma flexible, y adaptadas a las variaciones del mercado mundial.

La economía global se explica por las actividades que son estratégicamente centrales y tienen un centro globalizado puesto que funcionan como unidad en todo el planeta cotidianamente. La actividad de mayor importancia en este sentido es la financiera, pues si bien no todos los mercados financieros son globales, si están todos articulados de alguna manera a un mercado financiero global. Además se encuentran globalizados la ciencia, la tecnología, los medios de comunicación reunidos en grandes conglomerados mundiales, el trabajo altamente especializado, entre otros. Lo que impera en este sistema es el momento: se articula al sistema lo que vale y se desarticula lo que no, se entra en el mercado si se tiene posibilidad solvente, y se sale cuando se devalúa la oferta.

Si nos detenemos a revisar los mercados financieros encontramos que la desregularización y la liberación de los mismos no es solo una decisión económica o tecnológica sino además política, pues son los Estados los que determinan el libre flujo de capitales en el planeta. Y es que a la hora de que un Estado permita la apertura de su mercado, es prácticamente imposible retener el capital de forma controlada, obligando al resto de países a participar de este proceso global. Así, resulta ser un mercado especulativo en tanto los precios de los productos suben y bajan, determinando de esta forma la rentabilidad de las inversiones y por tanto de la economía. Ahora, los mercados financieros se encuentran interconectados primero porque sus productos toman valores de distintos países y de tal forma suben y bajan en función de lo que ocurra con un producto determinado en un país especifico; segundo, porque la tecnología permite el movimiento de grandes masas de capital en cuestión de segundos sin control alguno; tercero, porque existe un proceso de certificación financiera donde empresas especializadas suben o bajan países o empresas según el comportamiento del mercado mundial.

Ahora hablaré del trabajo, aclarando que, contrario a lo que algunos marxistas proyectaban diciendo que la tecnología de la economía capitalista acabaría con el trabajo, desplazando a los hombres por maquinas automáticas que no devengarían salario alguno, Castells dice que este sistema no sufrirá de la destrucción del empleo, diciendo que más que lo anterior, el problema son las condiciones de trabajo, de salario y de explotación. Así, las regiones y países con más altos índices de desempleo son las menos tecnológicas. Además, y continuando con las condiciones del empleo, los cambios que se han presentado en este sentido son de flexibilización del trabajo y la finalización del empleo estable o de larga duración.

Finalmente encontramos al Estado como el gran perdedor en estas dinámicas, pues es cada vez más incapaz de gestionar las dimensiones claves de la economía y la sociedad. A esta crisis se le suma la deslegitimación política de las instituciones gubernamentales, perdiendo la representatividad de sus ciudadanos. Los Estados reaccionan entonces en el intento de poseer algún poder de negociación con los flujos globales, organizando alianzas e instituciones supranacionales como la Unión Europea, las Naciones Unidad, la OTAN, organizaciones medioambientales, de derechos humanos, entre otras. Así, los Estados ceden soberanía por algo de control.

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